Alejandro Gutiérrez. Proceso
MADRID.- Primero hubo silencio y parálisis en Europa ante la represión de Muamar El Gadafi contra el pueblo libio. Después sólo unas pocas voces se atrevieron a emitir titubeantes condenas. Una de esas voces causó furia en la oposición italiana: el primer ministro Silvio Berlusconi aseguró que no había telefoneado al dirigente libio “para no molestar”.
Ante las críticas por la pasividad europea, la ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez, se defendió con el argumento de que es “injusto y superficial” que se les acuse de estar “apuntalando” regímenes dictatoriales. Consideró que su papel es “acompañar los procesos de democratización” y hacer llamamientos “permanentes” para que se “evite la violencia y la represión contra los manifestantes”.
Fue el 28 de febrero –13 días después de las primeras manifestaciones en la ciudad libia de Bengasi– cuando los 27 representantes de la Unión Europea (UE) acordaron una posición y anunciaron el embargo de armas a Libia, y el congelamiento de los bienes de Gadafi y sus allegados.
Para Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios de Conflictos y Acción Humanitaria, ese silencio se debió a que durante años Europa “olvidó las consideraciones éticas y morales” y fue el “principal proveedor de armas” a Libia y otros países donde hoy se viven revueltas ciudadanas.
“Tras ser levantado el embargo internacional contra Libia hubo una carrera de las delegaciones políticas y empresariales europeas” para buscar los “mayores beneficios del flujo del energético libio” y “estar presentes en las millonarias inversiones para la modernización” del país.
“Eso subordinó todo lo demás, incluidos los derechos humanos; por eso le vendieron armas a Gadafi. Se volvió aliado cuando convenció a los europeos que estaba comprometido en la lucha contra el terrorismo y en frenar la migración ilegal hacia Europa”, dice Núñez a Proceso.
“La industria militar y de defensa europea fue una de las que primero se apuntó en ese reparto” del pastel, añade Jordi Armadans, director de la Fundación para la Paz: “Entre 2006 y 2009 los países de la UE vendieron a Gadafi más de mil 400 millones de euros en equipos de defensa y material de doble uso (productos con destino civil que pueden tener aplicación militar)”.
Armadans afirma que el más reciente informe de la UE, de 2009, muestra que ese año Libia compró armas de fabricación europea por 344 millones de euros. En 2008 habían sido 251 millones de euros.
Jordi Calvo, investigador del Centro de Estudios para la Paz JM Delás, dice a este semanario que haber levantado el embargo internacional a Libia fue un “grave error”.
“Hubo una precipitación para incorporar a Libia a la comunidad internacional, pese a no haber cambios sustanciales en el país. Los gobiernos y las empresas ávidas de negocio se apresuraron a ver quién llegaba primero para conseguir una mayor cuota de mercado, en especial los grandes exportadores de armamento. Italia, Reino Unido, Alemania, Francia y otros fueron ahí a ofrecerle sus productos e hicieron crecer ese comercio”, asegura.
Añade: “Esto hace corresponsables a los gobiernos europeos del grado de violencia armada contra la población libia”.
En Bélgica eso ya se comprobó. El periódico Le Soir tituló su nota principal del pasado 24 de febrero: “Balas de la empresa de armamento FN Herstal en el lugar de las matanzas libias”, en la que reveló que “miles de casquillos de pequeño y mediano calibres con la inscripción FNB 7,62 08 han sido encontrados en las pistas del aeropuerto de La Abraq en Al Bayda, la tercera ciudad del país”.
Dos días antes el diario había titulado así una nota: “Armas belgas para reprimir a la población libia”. Tuvo acceso a fuentes militares que corroboraron que en julio de 2008 FN Herstal vendió a Gadafi un cargamento de armas por unos 6 millones de euros. La empresa argumentó que fueron vendidas expresamente para “una misión de protección de convoyes humanitarios con destino a Darfur”, publicó Le Soir.
Calvo añade que en 2009 Bélgica le vendió armas a Libia por 18 millones de euros, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés).
Contra la ley
El 25 de febrero, Núñez y Armands participaron en Madrid en una conferencia de prensa de la coalición Armas Bajo Control en la que denunciaron que España vende armamento a Libia, Túnez, Egipto, Argelia, Bahréin y Marruecos, con lo que viola su propia ley 53/2007 sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso, que prohíbe la venta a “destinos preocupantes”.
La ley prohíbe al gobierno estas ventas cuando haya indicios de que el armamento puede ser empleado en “acciones que perturben la paz, la estabilidad o la seguridad en un ámbito mundial o regional, puedan exacerbar tensiones o conflictos latentes, puedan ser utilizados de manera contraria a la dignidad del ser humano, con fines de represión interna o en situaciones de violaciones de derechos humanos, tengan como destino países con evidencia de desvío de material transferidos o puedan vulnerar los compromisos internacionales contraídos por España”.
Aseguraron que en similar situación están el resto de las naciones europeas que además violan el código de ética de la UE y la posición común 2008/994, aprobada el 8 de diciembre de 2008, que rige la exportación de equipo y tecnología militares bajo preceptos similares.
El informe presentado por las ONG, basado en reportes del gobierno español, concluye que sólo en el primer semestre de 2010 hubo un aumento significativo de las exportaciones militares, que superaron los mil 600 millones de euros, 33% más que en el mismo periodo de 2009.
De éstas, las operaciones efectuadas en ese primer semestre superaron los 800 millones (la mitad de lo autorizado), lo que representó un incremento de 83% respecto del mismo lapso del año anterior.
El mismo semestre España exportó a Libia material militar por casi 8 millones de euros. En 2008, Trípoli adquirió 3.8 millones de euros en municiones españolas de la categoría 4 (bombas, torpedos, cohetes y misiles) y en 2009 fue el segundo destinatario de material de doble uso, con 12.7 millones de euros en equipos para la aviación militar y sustancias químicas.
Jesús Núñez aclara que si bien “pueden parecer cifras insignificantes las reportadas en el primer semestre de 2010, son evidencia de un comportamiento que no es excepcional ni coyuntural, sino una práctica sistemática desde que en 2004 la UE levantó el embargo de armas”.
La gira del coronel
Calvo dice a Proceso que con base en informes del SIPRI se concluye que Francia le vendió en 2009 a Gadafi 100 misiles antitanque por 168 millones de euros y que Italia le vendió por 80 millones de euros 10 helicópteros A-109K.
El comportamiento de las ventas de armas por parte de Francia y España guarda relación con la gira oficial de Gadafi por esos países en diciembre de 2007, cuando firmó licencias para la adquisición de equipo militar y contratos con empresas españolas y francesas para proyectos de infraestructura y energía.
En los cinco días que permaneció en París, el dirigente libio logró convenios comerciales por 10 mil millones de euros, de los cuales 4 mil 500 formaron parte de un acuerdo inicial de “negociaciones exclusivas” en materia de Defensa.
En España, el líder libio firmó con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero el acuerdo de promoción y protección recíproca de inversiones, y “declaraciones de intenciones” en materia de infraestructuras, defensa y sector energético por 11 mil millones de euros.
Italia es “el país que más ostentosamente se ha comprometido con el régimen de Gadafi”, escribió Miguel Mora, corresponsal de El País en Roma, el 27 de febrero.
Este país se convirtió en “uno de los caladeros financieros favoritos de Gadafi: tras dos años de amistad, el coronel es hoy el quinto inversor individual por volumen de negocios en la Bolsa de Milán”, señala.
A través de Lafico, la empresa de Gadafi para inversiones en el extranjero, tiene 7.5% del capital del Juventus, el equipo de futbol de la FIAT (automotriz de la que Libia posee algo menos de 2%), dice.
El fondo de inversión soberano Lybian Investment Authority es “dueño de 1% de ENI, el coloso energético italiano” y el principal accionista de Unicredit, el mayor banco de Italia, con 7.5%.
Asimismo posee 2% del grupo estatal italiano Finmeccanica, un holding de defensa y aeronáutica militar, octavo vendedor en el mundo y “uno de los principales proveedores del Pentágono”. l
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