sábado, 1 de mayo de 2010

1º de Mayo


...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...

(José Martí, corresponsal en Chicago del periódico bonaerense La Nación, 1887)

Así acabó la historia del primero de mayo. Con cuatro hombres ahorcados. Todo había empezado un año antes, cuando los obreros de la célebre ciudad de chicago salieron a las calles para reclamar una jornada laboral de 8 horas. Hubo huelgas gigantescas, viles mentiras en la prensa, un atentado que se cobró la vida de un policía, y, como tan a menudo ocurre, fabricación de pruebas. Finalmente, tras muchos interrogatorios y torturas, cinco hombres fueron condenados a muerte. Se presume que eran inocentes. Uno de ellos se suicidó antes de que se ejecutara la sentencia. Los otros colgaron de la horca.

Aunque su memoria ha sido borrada por el tiempo y muchos ya no recuerdan sus nombres ni los acontecimientos que los llevaron injustamente a la muerte, el símbolo del 1 de mayo pervive todavía 124 años después de los hechos. Pero Spies, el anarquista que dijo las palabras que cita el corresponsal Martí, tenía razón: las voces que sofocaron se hicieron más y más poderosas. Los obreros lograron su jornada laboral de ocho horas, y muchas otras cosas. Y aunque muchos han olvidado a aquellos que dieron sus vidas por la libertad, más aún somos los que lo recuerdan. No lo olviden nunca: que no salgamos en la tele nunca ha significado que no estemos ahí.

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