Todo inició el 15 de octubre. Tras la convocatoria del grupo “México toma la calle” a tomar el monumento a la Revolución de la Ciudad de México en el marco de las actividades internacionales convocadas para ese día, centenares de personas marcharon espontáneamente hacia la Bolsa de Valores Mexicana. La intención: acampar frente a la simbólica institución junto al profesor Edur Velasco, quien se halla en huelga de hambre frente a la Bolsa para demandar un incremento en el presupuesto destinado a las universidades públicas y mayores oportunidades a la juventud mexicana . Varios de los jóvenes decidieron entonces tomar un espacio que sentían más propio y más cercano: el centro de Coyoacán. Y así, el sábado en la noche, comenzaron a levantar su campamento en el parque Centenario. La primera noche apenas fueron ocho personas. Ahora son más de cuarenta los que noche y día ocupan el parque y lo llenan de actividades variopintas.
Junto al quiosco, varios jóvenes nos platican con calma sobre sus inquietudes y deseos. La mayoría son estudiantes universitarios que parten cada mañana o tarde hacia sus respectivas universidades y regresan a tiempo para la asamblea que se celebra diariamente a las 19h. “Nosotros nos adscribimos al movimiento mundial de los indignados”, dice Andy, “siempre y cuando todas las metodologías sean analizadas en lo local. La idea es construir desde lo pequeño para actuar en este espacio para que después puedan surgir iniciativas que puedan incidir en otros espacios. Estamos de acuerdo con todo lo que se plantea siempre y cuando se apruebe desde aquí”. “La idea de ocupar la plaza”, sigue Claudio, “es que la gente se apropie de este espacio”. Ante la pregunta de “qué exigen”, que les ha sido formulada decenas de veces tanto en las asambleas como en las redes sociales, responden con calma y bajo la consigna de “hablamos para todos, pero no por todos”. “Hay muchas demandas particulares”, dice Claudio, quien prosigue: “entendemos que, por ejemplo, poner 10 puntos, cierra la posibilidad a otras demandas que puedan entrar”. Las demandas, por lo tanto, no están definidas, y esto tiene una razón de ser. “Este movimiento ha sido tan dinámico que las demandas que se plantean en la asamblea de ayer probablemente no sean las demandas que se plantean hoy ni las de mañana”, nos comenta Andy.
Aunque ningún medio de comunicación oficial ha llegado a la acampada, ésta sigue creciendo a buen ritmo noche tras noche. Sus ocupantes se ven contentos con la experiencia, esto a pesar del frío y las incomodidades de dormir sobre el suelo. Las anécdotas de solidaridad no faltan. “Nos escribio un compa de Nueva York”, cuenta Claudio, “para ver como nos apoyaba. El quería saber si teníamos una cuenta de banco pero uno de los consensos ha sido que no queremos manejar dinero. Si nos quieren apoyar es en especie o con su participación. Si hay alguien que sabe declamar, que venga a declamar y a dar un taller de declamación. Entonces lo que es está intentando hacer con este compa de Nueva York es hablar a un Walmart o a un Office Depot o a las pizzas y que se pueda pre-pagar desde allá y que nos lo manden acá. Varios vecinos nos ofrecieron su casa. Hubo un señor que llegó a una asamblea y dijo, bueno, yo tengo que trabajar pero si quieren ir al baño toquen en mi edificio y digan “estoy indignado y quiero ir al baño””.
En efecto, uno de los consensos propios de esta acampada es no aceptar dinero. Cada acampada tiene sus propios consensos y dinámicas, aunque la solidaridad entre ellas no falta. Ayer en la noche, por ejemplo, una decena de personas de la acampada de Coyoacán se desplazaron hasta la acampada de la Bolsa de Valores para pasar la noche con ellos y proveerles con víveres. Igualmente, acampados de la Bolsa de Valores están presentes diariamente en la Acampada de Coyoacán para fomentar la comunicación y el apoyo entre ambas acampadas. “Realmente, acampar frente a la Bolsa de Valores es mucho más difícil, aunque desde luego se trata de un lugar más emblemático”, nos comenta una indignada. “Ellos tienen más dificultades para proveerse de víveres, porque por allí pasa mucha menos gente que por Coyoacán. También tienen que pagar para ir al baño, con lo cual tienen otras necesidades específicas, como por ejemplo juntar dinero. Tratamos de apoyarlos como podemos desde aquí, sobre todo con gente y con comida. Ellos nos apoyan mucho con difusión porque por estar donde están han recibido más atención por parte de los medios de comunicación”.
La acampada prosigue sin intenciones de desaparecer por el momento. Cada día se decide en la asamblea si continuarán una noche más allí. “Se generó una dinámica muy bonita que creo se ha mantenido hasta la fecha y que ha permitido que la acampada se haya expandido tan rápido”, nos comenta satisfecho Andy. Alonso interviene: “justo ahi dice “espacio libre de alcohol y drogas”. Estamos indignados, no venimos a una fiesta. Venimos a trabajar, venimos a construir y proponer cosas diferentes”. Pegadas al quiosco, dos lonas gigantes están llenas de mensajes de los acampados y los peatones. En una de ellas, escriben lo que les indigna. En la otra, escriben lo que desean...
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