A través de los pasillos del metro, esquivo una cucaracha. Salgo apresurada en la estación de Tlatelolco: flash, dejà-vu. Por un instante, creo reconocer el lugar, los gritos, los muertos. Pero no, es un falso recuerdo, yo nunca estuve aquí antes. Y de todas formas, tengo prisa, porque llego tarde a la inauguración de la exposición fotográfica “En Pie de Foto” en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, que nos trae la Fundación Miguel Ángel Blanco. Pónganse truchas con los antecedentes: Miguel Ángel Blanco, concejal del PP, asesinado por ETA en 1997. Un asesinato particularmente cruel, y una oportunidad particularmente atractiva para la derecha española para comenzar su propio y peculiar proceso de victimización. Oportunidad que no fue desaprovechada, qué duda cabe. Trece años después, aquí están, en pie de guerra, digo, de foto.
“En Pie de Foto” quiere rendir homenaje a todas las víctimas del terrorismo, a cuantas han sido injustamente asesinados, secuestrados, torturados o masacrados por la barbarie en España a lo largo de dolorosos años, en la esperanza de evitar el olvido y mantener viva la memoria”. Así termina el folleto publicitario de esta exposición. Con “la barbarie” se refieren a ETA (mayormente) y con “la memoria”, a sus víctimas (mayormente). Ahora bien: cuidado. Como española, conozco bien los riesgos que entraña tratar de ser crítico con el tratamiento periodístico que se está haciendo de ETA. Así que déjenme decir, antes que nada, que esta crítica (ni esta exposición, ya que vamos a ello) no tiene nada que ver con ETA: ETA asesina y siembra dolor y resentimiento, todos estamos de acuerdo en ello. No entraremos aquí a discutir si la opinión sobre ETA fue siempre la misma que ahora, o si hubo tiempos en que recibió el apoyo moral de la sociedad española (o no). No, no discutiremos eso. Hablaremos de memoria. De su memoria: la de ellos, los que vienen aquí, a presentar una exposición fotográfica y a hablar(n)os de los efectos del terror y de la desmemoria a los mexicanos.
“En la esperanza de evitar el olvido y mantener viva la memoria”, recibimos una exposición financiada a medias por el Gobierno Español y a medias por la derecha más rancia que dizque nos habla de las víctimas de ETA. Digo “dizque” porque en realidad habla de los familiares de las víctimas. Desde luego, es muy emotiva: es difícil no emocionarse viendo el dolor de los familiares de las víctimas. También es muy tendenciosa: que yo recuerde, la mayoría de familiares de víctimas del terrorismo (de ETA) han tenido la satisfacción de poder ver a los asesinos de sus seres queridos ser juzgados y posteriormente cumplir condena. Algunos incluso han recibido indemnizaciones. Es muy lamentable que ETA asesinara a sus padres/hijos/esposos, desde luego que sí. Pero han obtenido toda la justicia que cabe esperar de un estado de derecho. No veo, por tanto, riesgo alguno de que sus familiares caigan en el olvido. El Estado ha hecho justicia. Cosa que no pueden decir miles de víctimas del franquismo (porque están muertos) ni sus descendientes (porque nadie les hace ni caso).
Luego está lo de “el terrorismo”. Esta exposición (que déjenme decirlo ya, no es artística, sino propagandística) aboga por la muy simplista tesis de que “todos los terrorismos son iguales”. Para que ello quede bien claro, la exposición abre con imágenes de los atentados del 11-M (Al-Qaeda), el 11-S (ídem, supuestamente), el IRA, las FARC, terroristas chechenos y, finalmente, claro está, ETA. Una vez instaurado el concepto, ahora solo nos falta saber quién decide quién es terrorista y quién no. O quién decide donde está la finísima línea que separa “terrorismo” de “resistencia”. Una vez construido el enemigo común, cualquiera que nos moleste será “terrorista”. Sin embargo, la exposición no muestra imágenes de los crímenes de Franco (¿eso no fue terrorismo?), las torturas de los GAL (¿eso tampoco?) o las torturas de Guantánamo, ya que estamos en ello. Ellos sabrán por qué.
Así que ruego disculpas: no es nada personal. Pero ya hay que ser hipócrita y desvergonzado para venir a México a contarnos las excelencias del apoyo que se está dando a la “memoria” en España mientras el único juez que ha osado investigar los crímenes del franquismo está a un paso de la deshabilitación profesional. Por lo demás, sin novedad en el frente: la mayoría de los invitados (elegantemente vestidos, por supuesto) nunca vio la exposición: se abalanzaron directamente sobre el buffet. Nunca he entendido por qué los ricos atacan los buffets de una manera tan obscena: viéndolo, cualquiera diría que no tienen dinero para comer.
firma: sinaia
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